En lo profundo de los terrenos desolados, dentro de los reinos de la oscuridad y la desesperación, acecha un horror sin nombre, conocido sólo como la Abominación Subterránea. Esta monstruosa bestia toma la forma de un árbol colosal y marchito, con el tronco nudoso y retorcido como nudos de antigua malicia. Las sombras bailan a lo largo de sus frágiles ramas, proyectando siluetas espeluznantes que se extienden hacia el abismo, como si llamaran a los incautos a su perdición.
La leyenda cuenta una historia de venganza incomparable que dio origen a esta abominable criatura. Se dice que hace mucho tiempo, un hechicero poderoso y despiadado buscó venganza contra los injustos, arraigando su malevolencia en lo más profundo de la tierra. A través de un ritual profano, ligado por un pacto con fuerzas maléficas, se transformó en este titánico demonio arbóreo, la encarnación de su insaciable sed de venganza.
Emergiendo de las entrañas de la tierra, la Abominación Subterránea desata su ira sobre las almas malditas que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino. Su forma colosal se eleva siniestramente, elevándose hacia los cielos, arrojando un manto de oscuridad sobre todo lo que se encuentra a su alrededor. El aire vuelve gélido y helado los corazones hasta la médula a medida que se acerca a su presa.
Sus ramas esqueléticas sobresalen en todas direcciones, parecidas a garras retorcidas y torcidas, listas para atrapar a cualquiera que sea lo suficientemente tonto como para acercarse. El mismo suelo tiembla bajo su monstruoso peso, lo que hace que la tierra se abra, revelando el vacío sin fondo que hay debajo. En las profundidades huecas, resuenan lamentos lúgubres, como si un coro de almas atormentadas llamaran a otros a unirse a su sufrimiento eterno.
Aquellos que tienen la mala suerte de presenciar este espectáculo maléfico se sienten invadidos por un temor paralizante, una abrumadora sensación de desesperanza que se filtra en lo más profundo de su ser. Sus huesos se congelan, su respiración se vuelve superficial y sus corazones palpitan con la anticipación de una perdición inminente.
Cada golpe de las colosales raíces de la Abominación Subterránea va acompañado del sonido de huesos al romperse, una sinfonía de sufrimiento que reverbera en el aire. A medida que se sacia su sed de venganza, las ramas marchitas se contraen con un deleite grotesco, y su núcleo hueco y estéril pulsa con un brillo impío, la chispa de un triunfo malévolo.
Sólo unos pocos han logrado escapar de las garras de esta pesadilla sobrenatural, perseguida para siempre por su macabra presencia. Sus desgarradores relatos advierten a otros que se mantengan alejados de los lugares oscuros donde la tierra respira malevolencia, porque en su interior se encuentra la encarnación misma del verdadero horror: la Abominación Subterránea.