Erase una vez, en un oscuro bosque, una malvada bruja llamada Morgana que buscaba venganza. Había oído hablar de una hermosa joven llamada Blancanieves, cuya belleza desafiaba incluso a la suya. Movida por los celos y el deseo de ser la más bella de todos los reinos, Morgana ideó un plan para deshacerse de Blancanieves de una vez por todas.
Morgana sabía que Blancanieves tenía una debilidad por las manzanas rojas y brillantes que crecían en el jardín del castillo. Con su magia oscura, Morgana conjuró una manzana envenenada, una manzana tan hermosa como la propia Blancanieves.
Disfrazada como una anciana pobre, Morgana se acercó a Blancanieves y le ofreció la manzana en señal de amistad. Atraída por su apariencia y su amor por las manzanas, Blancanieves no pudo resistir y mordió la fruta envenenada.
El veneno dentro de la manzana hizo efecto inmediatamente. Blancanieves cayó al suelo inconsciente, creyendo que estaba muerta. Morgana se regocijó mientras su risa malvada resonaba por el bosque.
Los siete enanitos que cuidaban de Blancanieves estaban devastados. Lloraron de tristeza por la pérdida de su amiga. Decidieron mostrar su amor y respeto por Blancanieves construyendo un ataúd de cristal para preservar su belleza eternamente.
Mientras tanto, un apuesto príncipe llegó al castillo en busca de aventuras. Al descubrir la historia de Blancanieves, quedó cautivado por su belleza y decidió despertarla de su sueño. Al llegar al ataúd de cristal, no pudo resistir y besó suavemente los labios de Blancanieves.
Mágicamente, el beso del príncipe rompió el hechizo del veneno. Blancanieves abrió sus ojos y se encontró cara a cara con el apuesto príncipe. El amor verdadero había vencido a la maldad de Morgana.
Blancanieves y el príncipe se casaron y vivieron felices para siempre en el castillo. Morgana, derrotada y envidiosa, desapareció en las sombras del bosque, llevándose consigo su amargura y su deseo de venganza.
Desde ese día, la historia de Blancanieves y las manzanas envenenadas se convirtió en una advertencia para aquellos que son fácilmente seducidos por la belleza y los deseos oscuros. La verdadera belleza radica en el amor y la bondad, no en la envidia y la maldad.