Los horrores de los carroñeros nocturnos
En las profundidades de la noche, cuando la oscuridad lo envuelve todo y los sonidos de la ciudad se desvanecen, es cuando los carroñeros de los muertos salen de su escondite. Estas criaturas grotescas y siniestras se alimentan de los restos de los fallecidos, acechando en los cementerios y en los lugares más sombríos y olvidados.
Un festín macabro
Los carroñeros son seres repulsivos, con cuerpos cubiertos de plumas negras y ojos brillantes como brasas ardientes. Se desplazan en silencio, con sus garras afiladas listas para desgarrar la carne muerta y devorarla con voracidad. El olor a muerte los atrae, y no dudan en acudir a cualquier lugar donde encuentren un festín macabro.
El aullido de la noche
Cuando los carroñeros de los muertos comienzan su festín, emiten un aullido inhumano que hiela la sangre de quienes lo escuchan. Su presencia es presagio de desgracia y muerte, y aquellos que los ven de cerca quedan marcados para siempre por el terror que provocan.
La maldición de los carroñeros
Se dice que aquellos que son testigos del banquete de los carroñeros de los muertos sufren una maldición que los persigue hasta el fin de sus días. No pueden escapar de la sombra de la muerte, y viven atormentados por pesadillas y visiones de horrores indescriptibles.
La venganza de los espíritus
Se rumorea que los carroñeros de los muertos son en realidad enviados por los espíritus de los fallecidos para vengarse de aquellos que profanan sus tumbas y desean mal a los vivos. Su presencia es un recordatorio de la inevitable muerte que acecha a todos, y de la importancia de honrar a los que ya no están entre nosotros.
Una advertencia siniestra
Los carroñeros de los muertos son portadores de una advertencia siniestra: la muerte es inevitable y no respeta a nadie. Su presencia es un recordatorio de la fragilidad de la vida y de la importancia de respetar a los que ya han partido. Quienes los ven de cerca quedan marcados para siempre por el terror que provocan, y llevan consigo la maldición de los carroñeros hasta el fin de sus días.