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El mal vuelve a la vida

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Las tumbas de personajes que se creían vampiros o de brujas muy poderosas, eran guardadas con mucho celo y temor, en mi pequeño pueblo desde muy niño escuché decir, que en el único cementerio que teníamos, se encontraba enterrado un hombre que fue vampiro, las personas del pueblo lo atraparon y asesinaron clavándole una estaca en el corazón.

Se dice que la estaca debe ser de madera, en forma de cruz y puntiaguda, así destroza por completo el corazón del vampiro e impide que este regrese a la vida, en las tumbas se llenaban de ajos y también en la boca del muerto , también dicen que había que romperle el cráneo con un clavo de hierro, el corazón traspasado por un palo, de ser posible con el mismo que se le mató y la boca clavado un cuchillo (para evitar que en el último momento abriera la boca y mordiera a su víctima)

Todo esto se decía de aquel hombre enterrado en el cementerio.

Se niño mi mayor temor, era saber que allí en el mismo lugar, donde estaban los restos de mis abuelos también estuviera el de un vampiro, a medida que fui creciendo, entendí que todo aquello eran historias que se van haciendo más fabulosas y terroríficas a través del tiempo, pero en realidad allí lo que había era un hombre común y corriente, fue tan así, que varias veces visité la tumba de aquel supuesto vampiro, en verdad era una de las más viejas, como todos sabemos a los muertos después de un tiempo se les saca los restos y se depositan en un osario, así se da cabida a otros muertos en el cementerio, pero los de aquel hombre permanecían allí a través del tiempo, por que las personas temían desenterrarlo, así que el tiempo iba pasando y el cadáver del supuesto vampiro seguía allí.

Me hice hombre y nunca más volví a prestarle atención a aquella historia del vampiro.

Un campesino del pueblo, un hombre que pocas veces iba por la cabecera municipal, fue un día asegurando en la iglesia al sacerdote encargado que el era descendiente de aquel hombre que decían que era un vampiro, como prueba tenía un documento que así lo demostraba, perdía sacar los restos de su pariente y depositarlo en un osario como los demás, el se iba pronto del pueblo y no quería dejar a su último descendiente enterrado en esa tierra húmeda, claro que el sacerdote se interpuso, dando el argumento que todos sabíamos , pero el hombre llevaba el papel de un juez donde obligaba al sacerdote a dar permiso de exhumar los restos y pasarlos a un osario, la ley era clara, el hombre era su familiar y podía resolver con el cuerpo de este lo que quisiera y más aun que habían pasado ya muchos años.

El hombre le dijo al sepulturero que no había necesidad que el lo ayudara.

Quería que todo fuera más privado, sentía mucho dolor por lo que le habían hecho a su familiar y quería estar a solas con su cuerpo, al día siguiente se haría la exhumación, el sacerdote se encerró en su despacho, buscando una manera legal, religiosa o espiritual para impedir que aquello se llevara a cabo, en un tiempo atrás la iglesia amparada por la ley había podido impedirlo y encarcelar al descendiente del vampiro, pero en la modernidad eso era casi imposible.

En la parroquia existían documentos donde advertían de las consecuencias de abrir aquella tumba, también se especificaba como había sido asesinado el vampiro y las maneras de como podrían traerlo de nuevo a la vida, entre los documentos que leyó encontró algo que lo dejó frío y lleno de terror, esa misma noche, el vampiro cumplía 100 años de muerto, eso era lo que pretendía aquel hombre, volverlo a la vida.

El sacerdote fue corriendo donde el alcalde y el inspector de policía.

Ambos los sacó de sus camas ya era más de media noche, les explico que el vampiro estaba cumpliendo 100 años de muerto ese mismo día, razón por la cual no podían dejarlo desenterrar, el inspector y el alcalde no entendían nada, el sacerdote les explicó que un vampiro se puede traer a la vida el día que cumpla cien, mil, diez mil años de muerto así sucesivamente, solo es quitar la estaca de su corazón, estaca que ya no debe existir después de tanto tiempo, dejar caer una gota de sangre en su boca y podrá estar de nuevo entre los vivos.

Ambos a regañadientes aceptaron, enviar dos policías a cuidar la tumba, dejarían que el hombre sacara los restos, pero sólo al día siguiente, así no podría traerlo de nuevo a la vida, el sacerdote acompaño a los dos policías a la tumba,

Ya casi eran las dos de la mañana, antes de llegar a la tumba vieron como se oscureció el cielo.

Pareciera que iba a llover, pero fijándose bien lo que oscurecía el cielo no eran nubes, eran murciélagos, el sacerdote no presto más atención a aquel fenómeno diabólico, corrió a la tumba y allí descubrió lo que ya sospechaba, la tumba estaba abierta y vacía, ya se habían llevado el cuerpo, lo único que quedaba era un cuchillo de plata, el cual el sacerdote guardó en el bolsillo de su sotana, les dijo a los policías que se fueran a dormir, ya no había que cuidar, el mal ya estaba libre.

Esa noche aquellos murciélagos atacaron al ganado y todo animal o persona que hubiera fuera.

Muchos de ellos murieron por qué estos animales le chuparon la sangre, entre las víctimas se cuenta uno de los dos policías que fue a cuidar la tumba, se cree que como tenía una amante, aprovechó el pretexto de la vigilancia de la tumba y se fue a amanecer con ella, pero los murciélagos no lo dejaron llegar a su destino, más que murciélagos, fue uno grande tanto así como una persona, al menos eso contó la mujer que pudo ver el ataque por la ventana de su casa, tres noches más fueron atacados animales y personas, estas se escondían apenas llegaba la noche, después de la tercera noche todo se calmó y no volvió a ocurrir nada extraño.

La mayoría de animales habían muerto, el policía y dos jóvenes chicas, fueron las víctimas humanas.

El sacerdote pidió al alcalde perseguir al hombre que había desenterrado al vampiro, pero el alcalde le dijo que no había un cargo por el que acusarlo, legalmente el podía hacerlo y no era seguro que el ataque de los murciélagos se debiera a lo mismo, ya que en aquella región abundan esos animales, el sacerdote entendió que nada se podía hacer, pero también sabía que habían dejado en libertad a un engendro maligno y era difícil, por no decir que imposible acabar con el.

En mi pueblo no volvió a ocurrir nada extraño, ya no era la tumba del vampiro muerto, era la tumba vacía del vampiro vivo, el único detalle relevante después de esto en mi pueblo, es que meses después encontraron al sacerdote muerto, lo apuñalaron por robarlo, pero lo único que se llevaron, fue el puñal que había guardado, el mismo que el vampiro tubo por cien años en su boca.

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