Lo que más recuerdo de mi niñez es aquella casa que quedaba justo al lado de la nuestra, y al hombre que vivía en ella. Esa casa estaba siempre en silencio.
Solamente de noche veía salir al vecino, vestía siempre disfraces, a veces de payaso.
Nos encontrábamos con él, y me hacía muecas, movimientos graciosos, apretaba mi nariz pequeña, yo sentía cosquillas, luego aquel buen tipo se iba saltando extrañamente.
Entonces mamá y yo sonreíamos.
Habíamos pasado por tanto luego de que papá nos abandonáse por otra familia. Y aquel hombre nos alegraba la vida.
Tenía una enorme furgoneta negra repleta de globos multicolores.
Nunca lo veíamos de día, solo por las noches.
Apenas nos habíamos mudado a esa ciudad y aún no nos sentíamos cómodos.
Recuerdo el día de mi cumpleaños número siete. Golpearon la puerta y mamá abrió. Encontramos afuera un regalo de cumpleaños. Era uno de esos trenes recargables que daban vueltas sin parar.
Mamá supo de quién era, por eso fue con el vecino y le agradeció.
Esa misma noche cenamos juntos. Aquel hombre detrás del disfraz resultó ser tan amable. A mamá le cayó tan bien que se nos hizo costumbre ir a cenar con él.
Pronto descubrí que mamá se había enamorado. Pasaron algunos meses y ese hombre se convirtió en mi nuevo padre.
Todo esto les cuento porque ayer falleció mi madre. No se imaginan cuánta falta me hacen.
Luego del funeral de mi madre me encontré en la tele un documental de aquellos años. En esta ciudad donde me crié, la policía buscó a un asesino serial por décadas, pero jamás lograron encontrarlo. Sus víctimas eran niños pequeños, raptados por lo general de parques.
Afortunadamente algunos fueron rescatados.
Calculando fechas; supe que el asesino dejó de actuar justo cuando mamá y mi nuevo papá se casaron.
Los sobrevivientes ya son adultos, todos testificaron que jamás pudieron verle el rostro al hombre que los secuestró, pero que siempre vestía un disfraz diferente. Fueron más de 30 niños los que jamás fueron encontrados.
Mi padrastro falleció varios años antes que mamá. Siempre fue amable y respetuoso, conmigo y con mi madre.
La última palabra que mamá pronunció antes de morir fue: -” Quémalo todo…” -eso me repitió una y otra vez hasta que no le quedó más aire.
Revisando las cosas de mi madre he encontrado muchos disfraces, todos dentro de un baúl enorme, repleto además por decenas de huesos de niños pequeños.
Entiendo que el mensaje de mamá fue su última voluntad.
Lo quemaré todo.
Y sepultaré los huesos en el sótano de la casa.
Escrito por VladimirAR