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Helene Eugenie Belfort

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Helene Eugenie Belfort nació en París el veintiocho de febrero del año 1836. Sus padres fueron el juez Henri-Louis Belfort y doña Eugenia de Sotomayor, dama de origen español cuya familia se había exiliado en Francia durante el reinado de Fernando VII.

Helene era una niña muy dulce y bella.

Helene Eugenie Belfort

Helene Eugenie Belfort

De tez clara, suaves cabellos rubios y ojos de color castaño claro, que de lejos parecían casi dorados. Siempre sintió mucho afecto hacia su hermano Henri, dos años mayor que ella, con el cual solía jugar en los amplios jardines de la mansión familiar. Puede decirse que su infancia fue completamente feliz hasta un incidente que tuvo lugar durante la primavera del año 1850.

Henri era un artista precoz y, como quería pintar una acuarela que representase a una ninfa, convenció a su hermana para que le sirviera de modelo. Aquella tarde el juez Belfort los encontró junto al estanque del jardín y, cuando vio que Helene estaba casi desnuda, malinterpretó la situación.

Sin prestar atención a las explicaciones de sus hijos, decidió que debían estar separados e hizo encerrar a Henri en uno de los colegios más severos de París. Como Helene era demasiado delicada para soportar la dura disciplina de los internados, se le permitió permanecer en la mansión, aunque se le prohibió visitar a su hermano y salir de casa sin la compañía de un adulto.

Pero la mayor desgracia de su vida le acaeció en noviembre de aquel mismo año.

Concretamente durante la Noche de Difuntos, cuando la mansión fue asaltada por un violento grupo de maleantes. Estos asesinaron cruelmente al matrimonio Belfort y a casi todos los criados, pero mantuvieron con vida a Helene y a una doncellita de quince años llamada Marie “para divertirse con ellas”. Decidieron empezar por Marie y Helene tuvo que ver, impotente y aterrorizada, cómo la pobre doncella era violada por sus captores. Cuando le tocó el turno a Helene, esta prefirió clavarse un cuchillo en el pecho antes que correr la misma suerte que Marie.

Helene Eugenie Belfort: La vampira vengadora

Helene Eugenie Belfort: La vampira vengadora

Los criminales se marcharon y Marie intentó reanimar a Helene, pero, viendo que no podía hacer nada por ella, se fue de la mansión, llorando y con la ropa desgarrada. Poco después de que se marchara Marie, pasó por allí un viejo vampiro llamado Hecateo, que entró en la mansión atraído por el olor de la sangre. Viendo que Helene aún estaba con vida, se compadeció de ella y la convirtió en un nuevo ser de las tinieblas.

Helene Eugenie Belfort: La vampira vengadora

Helene Eugenie Belfort: La vampira vengadora

Aquella misma noche Hecateo y Helene, completamente recuperada gracias a sus nuevos poderes, se vengaron de los delincuentes que habían provocado la masacre. Luego los dos vampiros se separaron.

Y poco antes del amanecer Helene visitó a Henri en su dormitorio del internado, para despedirse de él.

Tras un encuentro entrañable y casi erótico (quizás el pobre juez Belfort no estuviera tan errado en sus sospechas), Helene le pidió a su hermano que le permitiera chupar un poco de su sangre (“así, aunque viva mil años, nunca podré olvidarte”). Luego le rogó que fuera en busca de Marie, “pues a partir de ahora ella te necesitará mucho más que yo”.

Al día siguiente Henri huyó del internado y encontró a Marie vagando sola por el campo.

La muchacha había intentado volver al pueblo de sus padres, pero estos la habían echado de casa, al saber que estaba “deshonrada” y que, por tanto, ya no podía aportar dinero a la familia. Henri y Marie se fueron juntos a América, donde se casaron y tuvieron varios hijos, cuyos descendientes aún viven en la provincia de Quebec.

Nunca más volvieron a ver a Helene, quien deambuló durante muchos años por distintos lugares del mundo.

Como su pequeño cuerpo no necesitaba grandes cantidades de sangre, nunca mató a nadie para alimentarse, aunque sí lo hizo en ocasiones para defenderse o vengarse de sus enemigos.

Durante sus andanzas conoció (y desangró) a muchos personajes peculiares, como el poeta Charles Baudelaire, el novelista Lewis Carroll o el cazador de vampiros Daniel Hunter.

A principios del siglo XXI se reunió con su maestro Hecateo y, gracias a la ayuda de Lilith, la reina bruja, ambos vampiros abandonaron este mundo para refugiarse en el Reino Espiritual, donde los seres sobrenaturales pueden vivir en paz por toda la eternidad.

Helene Eugenie Belfort: La vampira vengadora

Helene Eugenie Belfort: La vampira vengadora

Sin embargo, algún tiempo después Helene decidió volver temporalmente a este mundo.

Para ayudar a los descendientes de Henri y Marie, que habían sido secuestrados por unos criminales. Pero antes de que pudiera volver al Reino Espiritual ella misma fue raptada por el doctor Newman, un experto en ocultismo que intentó arrebatarle sus poderes para convertirse en vampiro.

Afortunadamente, Hecateo (que siempre se había preocupado por Helene más de lo que parecía) envió en su ayuda al Bakeneko, un espíritu con forma de gato, que rescató a Helene con la ayuda de una niña japonesa llamada Ayumi Yamagata y de cierto oficial del SAT. Una vez libre, Helene les dio las gracias a sus rescatadores y volvió al Reino Espiritual, esta vez para siempre.

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