Una noche oscura y fría, en medio de un misterioso bosque, se encontraba perdido el joven Juan. La densa niebla cubría cada rincón, dificultando su visión y generando una sensación de desorientación.
El corazón de Juan latía acelerado, sus manos temblaban y su respiración se agitaba a medida que avanzaba sin rumbo fijo. Cada paso se convertía en una eterna lucha contra el miedo que lo embargaba.
De repente, en medio de la niebla espesa, pudo distinguir una silueta difusa y tenebrosa. Se trataba de una antigua mansión abandonada que se alzaba entre la maleza. La curiosidad y el deseo de encontrar ayuda lo empujaron a adentrarse en aquel lugar maldito.
Al cruzar las puertas, una extraña sensación de angustia se apoderó de Juan. Los pasillos oscuros y polvorientos parecían susurrar secretos del pasado. Cada paso resonaba como un eco inquietante.
De repente, una puerta se abrió y una ráfaga de viento gélido apagó las velas que Juan llevaba consigo. La oscuridad absoluta le arrebató cualquier tipo de orientación. Aterrado, intentó encender una cerilla, pero el viento se lo impedía constantemente.
Una figura sombría y espectral se materializó frente a él. Juan sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras la criatura avanzaba lentamente hacia él. Prisionero de un terror indescriptible, quedó paralizado.
La figura se acercó y, con una voz susurrante y lúgubre, dijo: "Has despertado a los espíritus que yacen en esta mansión. Hace décadas que buscamos un alma inocente para liberarnos de nuestra terrible condena. ¡Finalmente, has llegado!"
El hedor a podredumbre invadió el aire mientras las paredes crujían y las sombras danzaban alrededor de Juan. Sin poder escapar, el terror se apoderó por completo de su ser.
De repente, un destello de luz iluminó la habitación. La voz temblorosa de una mujer rompió el hechizo: "¡Juan, despierta! Estás teniendo una pesadilla". Abrió los ojos y vio a su madre de pie junto a su cama, preocupada por sus gritos durante la noche.
El alivio invadió el cuerpo de Juan al darse cuenta de que todo había sido un sueño. Agradeció que su madre estuviera ahí para reconfortarlo y disipar los temores que lo habían atormentado.
Aunque solo un sueño, Dentro de la Niebla le enseñó a Juan la importancia de valorar la compañía y el amor de sus seres queridos, así como el poder de la imaginación y cómo puede influir en nuestros miedos más profundos.
Esta historia de terror nos deja con la reflexión sobre los temores que nos persiguen y la importancia de enfrentarlos para superarlos. Al final, siempre habrá una luz que disipe la oscuridad y nos brinde seguridad y protección.