En las profundidades del bosque oscuro, donde la luz del sol apenas logra penetrar entre las ramas retorcidas de los árboles, se esconde un antiguo ritual que ha aterrorizado a los habitantes de la región por generaciones. Se trata del sacrificio de los lobos, una ceremonia macabra que se lleva a cabo cada noche de luna llena en honor a una entidad oscura que se dice habita en lo más profundo del bosque.
La leyenda
Según la leyenda, hace siglos un pacto fue sellado entre los habitantes del pueblo y la entidad misteriosa que mora en el bosque. A cambio de prosperidad y protección, los lugareños acordaron entregar un lobo en sacrificio cada mes, como ofrenda a la criatura que velaba por su bienestar. Sin embargo, con el paso de los años, el ritual se fue corrompiendo y la entidad comenzó a exigir más y más sacrificios, hasta convertirse en una pesadilla para la población.
La ceremonia
En la noche de luna llena, los aldeanos se reúnen en un claro del bosque, rodeados por antorchas que arden con un fuego siniestro. El líder de la comunidad invoca a la entidad oscura con cánticos en una lengua olvidada, mientras los lobos aulladores se acercan siguiendo el rastro de sangre que los ha llamado. Una vez que la criatura se manifiesta, exige su sacrificio en un baño de sangre que tiñe de rojo la tierra del bosque.
Los aldeanos, temerosos pero resignados, eligen al lobo más fuerte y fiero de la manada para ser sacrificado en honor a la entidad. Con gritos y llantos, el animal es atado a un altar de piedra y se le inflige el golpe mortal que sella su destino. El ritual culmina con el banquete macabro de la criatura sobrenatural, que devora la carne del lobo en medio de aullidos de agonía y desesperación.
El precio de la traición
A lo largo de los años, el sacrificio de los lobos ha cobrado un precio devastador en la comunidad. La prosperidad prometida se ha convertido en miseria y desolación, y los habitantes viven atemorizados por la sombra de la entidad que acecha en las sombras del bosque. Muchos creen que la criatura se alimenta no solo de carne y sangre, sino también de las almas de los sacrificados, condenando a los aldeanos a una eternidad de sufrimiento y desdicha.
Los ancianos del pueblo susurran que solo el coraje y la valentía de un elegido podrán romper el ciclo de muerte y horror que ha atrapado a la comunidad en su oscuro pacto. Pero nadie se atreve a desafiar a la entidad y enfrentar su furia, temerosos de despertar una ira aún mayor que podría devorarlos a todos.
Así, el sacrificio de los lobos continúa, noche tras noche, en el bosque oscuro donde la sangre y el miedo se entremezclan en una danza macabra que parece no tener fin.