-Mamá, quien es ese hombre que está ahí enmascarado.
-no lo mires hija, es un loco que anda merodeando, no quiero que te le acerques nunca, entendiste?
-pero luego me saluda con la mano, mami, no me habla solo me hace la seña de “hola y adiós”
-nadie quiere a ese callejero hija, lo toleran pero no lo soportan, no habla con nadie, al menos nadie lo ha escuchado, solo anda de un lado a otro corriendo o espantando a la gente.
-a mi no me da miedo mami.
-basta Carmen, dije que no le hables ni lo mires, mucho menos correspondas al saludo y apurate que ya van a cerrar la escuela.
El subdirector estaba recibiendo a los niños en la entrada:
-hola subdirector Cortez, perdón la tardanza, un loco, se nos atravesó.
-no se preocupe señora, un minuto más o menos no hará la diferencia, pasa pequeña Carmencita.
La madre se fue tranquila pues había dejado a su hija en buenas manos, pero cuando se fue, el subdirector se llevó a la niña a los sanitarios, el loco enmascarado que había seguido a la niña y su madre a la escuela, a través de la reja pudo ver las intenciones malsanas de aquel que por su porte y educación inspiraba confianza.
El degerado ya tenía a la niña sentada en sus piernas acariciandola pervertidamente, mientras el estaba en la taza del baño sentado, cuando escucho la puerta abrirse, le dijo a la niña :
-shhhh, no hagas ruido ni digas nada.
El loco
Un golpe seco se escucho, luego la sangre corría en el piso, cuando la niña salió, dio un tremendo grito que alertó a toda la escuela, el subdirector tenía una varilla oxidada, clavada en sus partes nobles y el cráneo destrozado con una piedra que aún se encontraba ahí.
La escuela fue cerrada y los padres alertados para que fueran por sus hijos, cuando llegó la madre de Carmen, le dijeron las autoridades lo que la niña había pasado con el depredador sexual en los sanitarios, pero que no pudo ver que pasó.
-no hay huellas oficiales?. (pregunto un agente)
-ninguna señor, el asesino traía guantes por que no hay nada.
Mientras la policía se quedaba a investigar, Carmen se fue con su madre quien iba espantada y temblando solo por pensar el infierno que su pequeña hija había librado.
Mientras iba en eso, no se dio cuenta que el loco enmascarado saludaba con su mano a la niña, traía guantes blancos, pero uno de ellos manchado de sangre, la niña correspondió el saludo, como siempre, tal vez donde la gente veía a un loco, ella veía a un Salvador.
“juzgar a las personas por su apariencia es el peor de los errores que puede uno cometer, a veces es de los desconocidos de quieres recibimos más que de los mismos familiares”
Créditos a su autor : ROSTRO MALIGNO