Era una noche oscura en el pueblo de montaña de Oakridge. La luna brillaba débilmente detrás de las densas nubes, creando un ambiente desolador y aterrador. Los residentes vivían aterrados debido a los rumores de una maldición maligna que acechaba a la ciudad.
Un payaso ambulante visitaba Oakridge cada año durante la feria local. Con su risa diabólica y su apariencia siniestra, el payaso dejaba una sensación de malestar en cada rincón por donde pasaba. La leyenda urbana del payaso había estado circulando durante años, transmitida de generación en generación.
Un año, el payaso llegó a la feria, pero esta vez, algo era diferente. Llevaba una expresión fría y vacía en su rostro pintado, y su risa estaba llena de un mal insondable. Los niños que solían adorarlo ahora corrían asustados en su presencia.
La noche en que el payaso actuó en el circo, un indicio del horror que estaba por venir se reveló al público. Mientras realizaba una maniobra de acrobacia, tropezó y cayó, su cuerpo retorciéndose en formas inhumanas. Luego, se levantó bruscamente, pero su rostro estaba desfigurado y su piel palidecida.
Lo que Oakridge no sabía era que el payaso había sido mordido por una criatura desconocida mientras viajaba. La mordedura había liberado una maldición oscura que lo había convertido en un payaso zombie. Ahora, vagaba por las calles del pueblo, en busca de nuevas almas para saciar su sed de sangre.
Los residentes del pueblo comenzaron a desaparecer uno por uno. Cada noche, el payaso zombie emergía desde la sombras y atraía a susvícitmas con su risa siniestra. Nadie estaba a salvo en Oakridge, y el miedo se apoderó de todos los corazones.
Enfrentarse al payaso zombie era una tarea casi imposible. Sus poderes sobrenaturales y su resistencia a la muerte lo hacían invencible. Los valientes que se atrevieron a enfrentarlo nunca volvieron a ser vistos. Oakridge se convirtió en una ciudad fantasma, abandonada por aquellos que temían por sus vidas.
La historia del payaso zombie se convirtió en una advertencia para todos aquellos que se aventuraban a desafiar los límites de lo sobrenatural. A día de hoy, el payaso zombie sigue acechando en las pesadillas de los más valientes, recordándonos que algunos horrores nunca mueren.