Caminaba por una calle sola, a mi parecer abandonada, iba a un rumbo desconocido para mí, con paso muy parecido a un automat o un robot, como si algo o alguien me controlará desde otro lugar, buscando no se que, quizás un cerebro que me comprendiera, o un corazón que me amara, unos brazos que me protegieran, un rostro que me admirara, no lo sé, pero algo buscaba.
Las personas a mi alrededor salían corriendo como si fuera un monstruo.
– Solo es tu imaginación – me decia a mi mismo, – La mente nos juega sucio – me volvía a decir.
Si, quizás solo sea eso, pero para mis ojos realmente veía a la gente huyendo de mi.
– Mira allá, hay un grupo de jóvenes, ve, únete, mezclate, y quizás halles lo que buscas – me decía en mi interior.
Camine, a pasos lentos a mi parecer, pero mejor asi, que rápido, se pueden dar cuenta de mi llegada.
Llegué al grupo muy silenciosamente, uno de ellos levanto el rostro y me miró, abriendo y cerrando la boca como un pez, quizás tratando de saludar.
– Hola – quise decir, pero de mi boca salió un sonido más parecido a un lamento, fue más como un ” Gwroouu”.
Qué rayos significa eso, por qué no pude decir una palabra más entendible, bueno quizás sea por tanto tiempo sin emitir algún sonido de mis cuerdas vocales.
Los demás, se voltearon, al mirarme salieron corriendo despavoridos, pero… Yo no he hecho nada no soy un monstruo, ¿por qué corren de mi?
– Tranquilo, mira, el joven se quedó, ve con el – me dije. Y así lo hice, lentamente, estando a pocos pasos, me doy cuenta que un corazón es lo busco, si un corazón que me brinde amor y ese calor que en esta fría soledad es lo que más tengo. Un corazón cálido es lo busco.
Y… Entonces, cuando el chico trato de reaccionar, ya era tarde.
Tenía su corazón en mi mano, llevándolo a mi boca para así llenarme de ese calor propio de un corazón latiendo aún fuera de su dueño.
Créditos a su autor.
