Imagínate caminando en medio de una oscura y fría noche, el viento silbando entre los árboles mientras una niebla espesa cubre el suelo. Te encuentras en un antiguo cementerio abandonado, donde las tumbas están cubiertas de musgo y las cruces de madera se inclinan hacia un lado, como si ocultaran secretos oscuros.
Escuchas un susurro suave que parece venir de ninguna parte mientras te adentras en el cementerio. El sonido se convierte en una risa siniestra que te hace erizar la piel. En ese momento, te das cuenta de que eres presa de algo más siniestro de lo que podías imaginar.
Un escalofrío recorre tu espalda cuando vez una figura encapuchada emergiendo de las sombras. Sus ojos brillan con una luz roja intensa, y en sus manos sostiene una cruz antigua. Te encuentras paralizado, incapaz de moverte mientras la figura se acerca cada vez más.
El aire se llena de un olor nauseabundo a azufre y ceniza. El sonido de huesos rotos y arrastrar de cadenas te inunda, haciendo que tu corazón se acelere. Sabes que esta criatura no es de este mundo y albergas el temor de que pueda ser un demonio.
La figura encapuchada levanta la cruz sobre su cabeza y una explosión de fuego envuelve el antiguo cementerio. Gritos desgarradores llenan el aire mientras las tumbas se abren y las almas atormentadas escapan de su prisión. Los árboles se retuercen, como si lloraran, mientras todo el lugar arde en llamas.
Intentas huir, pero tus piernas están entumecidas. La figura encapuchada te mira fijamente a los ojos y caes de rodillas en el suelo, sintiendo su influencia oscura avanzando dentro de ti. Sabes que no hay escapatoria.
El fuego se expande rápidamente, consumiendo todo a su paso. Te encuentras atrapado en una pesadilla viviente mientras el infierno se desata. Los gritos y lamentos de las almas torturadas te rodean, haciéndote temer por tu cordura.
Justo cuando piensas que has alcanzado tu último aliento, el caos se detiene. Te encuentras solo, rodeado de ruinas carbonizadas. El cementerio ha sido reducido a cenizas, pero la presencia maligna persiste. Sientes una fría brisa en tu nuca y sabes que el horror aún no ha terminado.