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La sirena

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admin
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Me había alejado mar adentro, según las advertencias era muy peligroso, pero la competencia con respecto a otros pescadores era inexistente, ¡valía la pena arriesgarse!, además de que nunca me sucedió nada durante el centenar de veces que había ido, una vez más no me hará daño pensé, siguiendo con mi trabajo como acostumbraba.

Divagando entre mis pensamientos, perdí la noción del tiempo y anocheció

Grave error, nunca me había cubierto la bruma nocturna estando tan distante de la orilla, desorientarse es demasiado fácil, y si algo tengo claro es que al perderme nadie vendrá a rescatarme.

Tratando de regresar, mis oídos fueron cautivados por un angelical canto, había escuchado este tipo de historias por parte de otros pescadores, aunque nunca les creí del todo. Se trataba de una sirena, portadoras del mal y la mala suerte, ellas eran lo último que quería saber en aquel momento.

Una espesa niebla cubrió el bote, tuve que quedarme quieto para no perder el rumbo.

A mi lado, el mar se tornó de un sangriento color rojo bermellón, su canto se escuchaba más fuerte, y los nervios me jugaban en contra, al menos hasta que la infeliz subió al bote.

Armado con un pequeño cuchillo, estaba dispuesto a defenderme a toda costa. Sin embargo, todo fue inútil desde el momento en que me perdí en su mirada, unos ojos preciosos color azul que sedujeron mi alma con su imponente presencia, con su piel completamente desnuda y su hermoso cabello rojo, era imposible resistirse cuando se acercaba lentamente.

La cola de la sirena se habían transformado delante de mí en dos piernas humanas

Ella posó su mano en mi pecho, como para sentir lo agitado de mi corazón, y con una sonrisa que me robó el aliento me besó apasionadamente, yo me dejé, era tanto el tiempo que tenía sin recordar el fino tacto de una mujer que mis sentidos se rindieron ante sus caricias.

Ella se me entregó esa noche y nuestros cuerpos se unieron en armonía perfecta durante el éxtasis y la lujuria que finalmente estaban siendo drenado de mí ser, ella era fuego y me quemaba intensamente con el calor de su alma chocando contra la mía.

Terminamos agotados, ella encima de mi pecho y yo quedando casi dormido mientras sentía la tranquilidad de su respiración acariciándome, era mágico.

Una fuerte presión empezó a molestarme, abrí los ojos y me fijé en su cuerpo, que se volvía más pesado, intenté retirarla a un lado, pero no podía, ella se hinchaba, volviéndose cada vez más pesada, atrapándome sin posibilidad de moverme.

Su cola regresó a la normalidad y su piel se volvió grisácea

Segregando una extraña mucosidad transparente y de fétido olor, su rostro se partió a la mitad, abriéndose desde donde estaba su boca y dejando ver una hilera de dientes afiliados como cierras. La madera del bote se rompió, eran las manos de otras sirenas que me sujetaban con fuerza cada extremidad y presionaban hacia abajo.

Empecé a gritar y en menos de un segundo mis brazos fueron arrancados salvajemente, luego siguieron mis piernas, siendo devoradas por sirenas más jóvenes que disfrutaban contentas del festín, por último, la sirena encima de mí se sacudió y encestó un enorme mordisco, arrancando la mitad superior de mi torso y acabando con mi vida.

—Enmanuelle Ferreira

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