Un hombre acababa de mudarse a una casa. La primera noche oyó que llamaban a su puerta. Fue una vecina la que le pidió si podía alojarla una noche porque su marido la había golpeado y tenía miedo. No pudo negarse, así que le ofreció dormir en el sofá.
A la mañana siguiente, cuando se despertó, la mujer ya se había ido. La segunda noche, volvió a llamar a su puerta.
Ella le pidió lo mismo que el día anterior, y como tenía nuevos moratones en la cara, el hombre accedió. A la mañana siguiente, ella ya se había ido cuando él se despertó. Y este escenario se repitió tres veces más.
El hombre fue a la comisaría para denunciar al marido de su vecina. Allí, un policía, que no parecía sorprendido, le mostró una foto de la joven que el hombre reconoció como su vecina.
El policía le dijo entonces que había muerto un año antes a manos de su marido.