Fuimos un día como siempre a nuestra parcela a ver cómo estaba, nuestra parcela está junto a un panteón, eran como las seis de la tarde, estaban conmigo, mi hijo, mi hija y mi esposo. Nos sentamos en una piedra gigante que está afuera del panteón, yo me estaba fumando un cigarro y mis hijos tomando agua de una botella. De repente mi hija me dijo ama oíste es un quejido, le dije no mija, no te preocupes, todo está bien.
Después de unos cuantos minutos, escuchamos como cuando se está abriendo una caja, se escucha como si algo estuviera bajo la tierra intentado salir de ahí… mi hijo grito y mi hija también, nos levantamos y nos fuimos de ahí, le gritamos a mi esposo con fuerza… ¡ven pronto! el estaba viendo la fruta de la parcela se acercó a nosotros y nos preguntó ¿que pasa? le contamos lo que escuchamos y dijo no se espanten, vénganse más serca de mi.
Cuando comenzamos a caminar mis pies estaban pesados y sentía como alguien me jalaba de la mano.
Mi esposo me jalaba espantado y decía ¡suéltala ella no te pertenece! cuando volteo, detrás de mi había un hombre, una mujer y dos niños jalandome hacía el panteón con mucha fuerza, lo que les decía a mis hijos era ¡corran!!! mi esposo y mis hijos me jalaba con fuerza, mi hija gritaba ¡mami no te quedes porfavor! Llorando…
Sentía que algo me sostenía de pies y manos que no me dejaba dar un paso, mi esposo corrió de prisa hacia donde estaba el morral dónde siempre cargabamos un pentagrama, por cualquier cosa y inmediatamente me lo puso sobre mi cuello.
Después de esto, me soltaron y me aventaron con mucha furia y fuerza contra unas piedras.
Me levanté como pude y tome a mis hijos y corriendo con ellos y mi esposo vimos que eso se alejaba entrando de nuevo al panteón, detrás de ellos había una bestia gradisima con ojos rojos y una aroma a mucho azufre.
Solo se que esas bestias las veo en mis sueños, mis hijos desde ahí no quieren ir a la parcela por miedo de lo que pasó esa tarde.
Yo cuando voy no me acerco a esa piedra que está junto al panteón.
Oigo ese lamento cuando estoy cerca de el panteón pero no me acerco ya que se que una vez tuve suerte quien sabe si la vuelva a tener o no regresar nunca a casa con mis hijos.
EXPERIENCIA REAL DE: Rosalba Vargas Aguilar
