Soy enfermera psiquiátrica y, al principio de mi carrera, trabajé en un centro residencial de salud mental. Uno de nuestros residentes era un mudo electivo, lo que significa que no podía / no quería, parecìa un muerto viviente pero no había razones médicas para explicarlo.
Había hablado antes en su vida y, de hecho, parecía bastante normal en ese entonces, con la excepción de que medía cerca de dos metros y medio.
Se había criado en el sur profundo y se unió al ejército cuando tenía 19 años, pero una noche desapareció. Fue declarado sin permiso y finalmente fue declarado desaparecido y muerto.
Diez años después, un hombre de dos metros de altura entró en la sala de emergencias de un hospital de VA en mi parte del Medio Oeste y le dijo a la recepcionista: “Mi nombre es Marion Duchene (no es el nombre real), y he estado muerto durante diez años. años.”
Esas fueron las últimas palabras que pronunció
Estaba cubierto de polvo y vestía la misma ropa que, según se informó, llevaba la noche en que desapareció. No se había utilizado su número de seguro social y no llevaba identificación personal.
Sin embargo, pudieron identificarlo, supongo que a través de huellas dactilares.
Se notificó a la familia, pero dijeron que ya habían llorado por su hombre perdido y que quienquiera que dijera ser él simplemente no podía serlo. Exigieron no ser contactados nuevamente.
Marion caminaba todo el día y todos los días, moviendo su boca que parecía hablar o murmurar, como un muerto viviente pero no salía ningún sonido.
Tenía la inquietante costumbre de echar la cabeza hacia atrás con la boca bien abierta como si se riera a carcajadas, pero ni siquiera se podía escuchar un suspiro.
Si hablaba con él, parecía escucharme, periódicamente echando la cabeza hacia atrás de esa manera que imitaba la risa.
Se probaron varios medicamentos, pero no le afectaron ni positiva ni negativamente.
La terapia ocupacional no hizo nada porque Marion simplemente sonreía y, a menos que le dijeran que se quedara, se levantaba y comenzaba a caminar de nuevo.
En mi último día en ese trabajo, lo último que vi fue a Marion, paseando por el estacionamiento, echando la cabeza hacia atrás para “reír”.
Más tarde me pregunté si todo el tiempo había estado lidiando con un fantasma. Todos estos años después, todavía no lo sé.
By: jalcott
