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Las brujas están ahí

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admin
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Habíamos asistido a una boda en la comunidad y era hora de regresar. La noche estaba muy fría y se sentía más porque nos tocó viajar en la caja de la camioneta de redilas. Al principio íbamos echando relajo, pero luego el trasteadero y el aterradero nos bajó los ánimos y casi todos se quedaron dormidos. Eran alrededor de las 3 de la mañana y nosotros por aquellas veredas llenas de hoyos. Se escuchaba el ronronear del motor y la carrocería parecía sonaja.

Yo me acurruqué lo mejor que pude abajo de la cobija y empecé a sentir los ojos pesados de sueño. Finalmente me dormí por unos instantes que no alcanzo a definir si fueron segundos o minutos. Me despertó el silencio porque de repente el motor se apagó. Quedamos en mitad de aquel monte, completamente a oscuras. Escuché que mi tío se apeó del vehículo y también percibí sus pasos alejándose, lo cual me pareció muy raro. Quizá le dieron ganas de ir al baño, pensé.

Me quedé quieto y esperando oirlo regresar para reanudar el viaje, pero después de 10 minutos me preocupé, era demasiado tiempo. Desperté a dos de mis primos y les dije lo que ocurría. Nos bajamos de la camioneta y atisbamos en la noche en todas direcciones para tratar de ver a donde andaba mi tío. No vimos nada, pero se oyó una voz que repetía un padre nuestro a lo lejos. Le caminamos llamando a mi tío y entonces se escuchó su grito bien fuerte y claro:

Ayúdenme, ¡estoy aquí!

Cuando por fin dimos con él, lo encontramos enredado entre las espinas, parecía un taco humano. Era increíble que lo hubieran dejado en esa condición en tan poco tiempo. Nos tardamos al menos una media hora en desenredarlo. Mi primo tuvo que manejar el resto del trayecto porque el tío estaba muy lastimado y pasmado.

Las brujas están ahí

Las brujas están ahí

Unas semanas después, ya más tranquilo, nos contó que apagó la camioneta y se bajó porque vió a una mujer en la vereda.

Cuando se le acercó ni siquiera le dió tiempo de hablar, lo agarró de los hombros como las águilas a los ratones y saltó bien alto mientras se burlaba. No supo ni cómo acabó maniatado entre las espinas. Lo único que se le vino a la mente fue rezar el padre nuestro. Y en esas estaba, con aquella alimaña sentada encima de él, mirándolo a los ojos, cuando escuchó que lo llamaban… fue entonces cuando se armó de valor para gritar.
Las brujas están ahí

Las brujas están ahí

Era una bruja, dijo el tío. Anda bien hambreada porque las mujeres ya no dejan solos a los chiquillos, por eso se arriesgó a llevarme a mí. Tengan cuidado hijos, porque les aventó un hechizo cuando la espantaron. Ustedes no la vieron pero ella ya les echó el ojo. Ahora no conviene que nadie ande solo… no sea que se lleve a alguno. Y no anduvimos solos, mejor no salíamos si no era en bola.

En esos días se estuvo desapareciendo el ganado y luego resultaban puros cueros y huesos sin nada de sangre. Y seguido nos hallábamos entierros de brujerías y en el cerro se miraban unas bolas de lumbre que brincaban de un lado a otro.

Sabemos que hay brujas, no las vemos pero ahí están.

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