Aquella noche me encontraba camino a casa, había salido tarde del trabajo y el autobús ya estaba fuera de servicio.
Las calles estaban completamente desiertas, la luna era mi única fuente de luz y el cansancio mi compañero. Con cada paso el camino se volvía más tedioso, el viento movía los pocos árboles del camino generando un sonido envolvente.
Pasando unos metros comenzó a llegar a mis oídos la voz de alguien que se quejaba afligido, daba la sensación de que esa persona estaba sufriendo, pensé que quizás alguien tenía la televisión demasiado alta así que seguí mi camino, pero en vez de perderse en la distancia. …
Los ruidos fueron creciendo cada vez más.
Yo había notado que eso no era algo natural, estaban asustado y no era para meno pues ya podía escuchar el ruido unos metros atrás.
Intenté razonar pero nada se me ocurría, la idea de que algo demoníaco me perseguía no dejaba de rondar por mi cabeza.
Gracias a Dios los gritos dejaron de emitirse, en ese momento me sentí aliviando, creí que había sido una broma de mal gusto hasta que por algún motivo mire hacía atrás.
Hay fue cuando viví la peor parte
Una mujer desfigurada caminaba detrás de mi, al ver semejante figura quede frío, no sabía que hacer, lo peor fue que esa cosa notó cuando la vi y se quedó mirando fijamente hacía mi, poco a poco ella se fue alejando entre las sombras mientras lloraba diciendo:
-hacercate a mi.
Nuevamente me sentí aliviando al ver que esa cosa desapareció, procedí a seguir mi camino. Fue hay cuando un automóvil que venía a 180km se salió de la carretera y me atropelló dejando mi cuerpo inmovil por el resto de mi vida.
La gran incógnita es ¿Esa cosa trató de salvarme?
Yo estoy seguro de que si, aquel día aprendí que las apariencias engañan, por desgracia no podré caminar en lo que queda de mi pobre vida.
Autor: Yannier Labrada Rodríguez
