Algunas de las pinturas más asombrosas que he visto son las de Thomas Allsman. Es un hombre tranquilo de poco más de sesenta años y vive solo en una pequeña casa antigua en las afueras de la ciudad. Thomas es un retratista, el mejor que cualquiera de nosotros haya visto jamás. Cada una de sus pinturas es una Mona Lisa, cada pequeño detalle de su cabeza, rostro y parte superior del cuerpo es exacto. Sin embargo, cómo los pinta es la cuestión.
Verá, Thomas ha estado completamente ciego desde el día en que nació. De alguna manera, sin embargo, puede pintarte. Es como si pudiera “verte” cuando estás sentado frente a él, mientras te pintan el retrato. No se sabe cómo descubrió esta habilidad, o cómo puede hacerlo, no lo dirá. Si le traes el pago, te pintará y te pintará hermosamente.
Así que caminé hasta la puerta principal de su casa. Me quedé allí, quieto y nervioso. Estaba solo, ya que se dice que no pintará con otros alrededor. Después de una respiración profunda, llamé al timbre. Esperé un momento. Finalmente, abrió la puerta.
Sus ojos grises miraban por encima de mi cabeza y sostenía un bastón.
—Señor. Allsman, mi nombre es Luke, y quiero ser… —mi voz se apagó por el nerviosismo.
—Para ser pintado, ¿verdad? —él dijo—. ¿Tienes dinero para pagarme?
—Por supuesto, doscientos dólares —yo dije
Thomas Allsman asintió y me dijo que entrara después de que le diera el dinero.
El interior de la casa era bonito y sencillo. Observé una pila de libros sobre una mesa. Uno se abrió y pude ver que estaba escrito en braille. Me llevó a una habitación trasera y me dijo que me sentara en un taburete. No había nada en la habitación excepto una silla y un lienzo, el taburete y útiles de pintura. Me senté y él se sentó detrás de la lona.
—Ahora, hijo, debo advertirte, a veces pinto demasiado hacia adelante —dijo Tomás. ¿Muy adelante? ¿Qué podría significar eso? ¿Quizás a veces pintaba la pared detrás de la persona, o el jardín fuera de la casa? Deseché el comentario, tenía la sensación de que no estaba del todo ahí. Empezó a pintar. Me senté allí por lo que pareció una eternidad. Ninguno de nosotros dijo una palabra, y ni una sola vez Thomas me miró. Sus ojos estuvieron cerrados todo el tiempo. Tal vez… él podría verme de alguna manera…
Finalmente, dejó el cepillo. “Se hace.” Dijo, y me indicó que viniera a ver.
La pintura estaba bien, hasta el último cabello de mi cabeza, pero el estado en el que estaba era… horrible. Estaba acostado en un piso de madera. Me cortaron la garganta, uno de mis brazos no estaba y estaba cubierto de lo que parecían ser heridas de arma blanca, moretones y sangre. Mis ojos estaban vidriosos e inyectados en sangre. Yo estaba muerto. ¿¡Thomas me pintó después de haber sido brutalmente asesinado!? Incluso estaba usando el mismo atuendo que estaba usando actualmente.
Retrocedí.
—¿¡Por qué pintaste esto!? ¿¡Por qué pintarías algo tan horrible pasándome a mí!? —Thomas miró hacia abajo con una cara sombría.
—Te lo dije, a veces pinto demasiado hacia adelante —estaba confundido.
—¿Qué significa eso? —yo pregunté. Volvió a mirarme.
—A veces pinto algo que aún no ha sucedido.
Créditos: Mara.
