Acunando a mi hija de cuatro años en mis brazos, todo lo que pude hacer fue escuchar mientras los gritos fuera de la casa se hacían más y más fuertes, intercalados con sonidos de violencia y horribles, horribles golpes húmedos y el inconfundible eco de músculos y tendones resistiendo el fuerza que los estaba destrozando lentamente.
Los gritos fuera de la casa Comenzaron hace apenas tres días
Algo sucedió, allá afuera en el mundo, y antes de que recibamos noticias de lo que está sucediendo, aparentemente la mitad del mundo se ha ido. La policía y el ejército no pudieron detenerlo, proporcionando un marco de resistencia tan corto que es difícil saber si fue real o simplemente una casualidad.
No había un objetivo centralizado, no había forma de usar nuestras armas más poderosas, no sin incinerarnos a nosotros mismos en el proceso. Se derramaron por todo el mundo, desde donde sea que comenzó.
Escucho golpes en la puerta de abajo y los gritos gritos fuera de la casa de personas que son masacradas
Incapaces de montar una resistencia adecuada contra tal fuerza. No pasa mucho tiempo antes de que los golpes se conviertan en astillas y el sonido de la madera al romperse.
Están en la casa
No pasan más de un momento o dos antes de que la puerta del dormitorio comience a temblar. Las cosas que apilé contra él están aguantando, por ahora, pero sé, de manera realista, que se las arreglarán para salir adelante. Sigo meciendo a mi pequeña niña, tarareando una canción de cuna en su oído para calmarla mientras llora. Los golpes aumentan en fuerza y volumen, el cuerpo comienza a agrietarse.
Pongo a mi niña en mi regazo, de espaldas a mi pecho, y le acaricio la cabeza con ambas manos, desde la parte superior de su cuero cabelludo, hasta las orejas, como lo he hecho desde que era un bebé. Tal como a ella le encanta.
El efecto es instantáneo
Su llanto desesperado se calma en una serie de sollozos e hipo, su pequeño cuerpo se estremece contra el mío de miedo.
Sigo tarareando para ella, calmando su cabello, actuando para todo el mundo como si nada estuviera fuera de lugar, ni una sola cosa fuera de lugar. Agonizante y lentamente, en una cadencia inversa del sonido de la madera astillada, se calma. Puedo sentirlo cuando deja de tensarse, mientras sigo acariciándola por los lados de su cabeza.
Un último hipo de un sollozo, y se queda en silencio, su cuerpo relajado
Ni siquiera tiene tiempo de darse cuenta de lo que está sucediendo cuando le giro el cuello con una sacudida violenta, acompañada de un chasquido seco de un sonido. Ella está muerta antes de que pueda incluso desplomarse en mi regazo. La puerta está cediendo, los muebles empujados hacia atrás. Puede que me desgarren miembro a miembro mientras grito, pero al menos mi ángel bebé está a salvo de todo daño.
