Me llamo Jacob y les contaré una experiencia la cual no sé si será paranormal o no, yo creo que si, pues supongo lo que vi no era una persona real, no es muy larga la historia, pero al menos espero los entretenga.
Todo comenzó un domingo en la madrugada, cuando se terminó una peda en la que andaba, no sé por qué acepte ir a ese ejido a una hora en auto, imagínense caminando, pues ni hablar, oh cierto olvido contar algo importante, yo fui con unos amigos los cuales no beben mucho, pienso yo soy el más borracho de todos, por lo que esa noche me arme en que no quería irme y me dejaron a mi suerte, no los culpo, soy muy necio y broncudo cuando bebo, ahora si vuelvo a lo que contaba y supongo recordar, me quede solo con los del ejido, así que cuando se acabó todo, me corrieron, ya que no conocía a nadie, además que me puse de belicoso con todos, ¿quién me quería aguantar?
Por lo que después de rayarles su madre me fui caminando de regreso a casa, esperaba encontrarme con alguien que me diera un aventón, pero siendo las 3 de la mañana, dudo que alguien pasara hasta más tarde, así que me dije que debía caminar así avanzaría y cuando alguien pasara me llevaría a casa para curarme.
Creo caminé 20 km y nada se asomaba.
Ni siquiera un móndrigo pueblito, pero me repito a mí quien chingados me trae hasta esos lugares y más en ponerme pedote, ni mis amigos me aguantan, yo me quería dormir un rato, pero andaba pedo no menso, imaginaba que si alguien me encontraba así me haría algo, preferí seguir mi camino.
Mientras caminaba echaba madres por todos lados, cuando a lo lejos note una silueta difusa, sentía que ya me estaba pegando más el alcohol, no sé por qué, pero me sentí atraído a aquella figura, camine directo a ella por al menos 30 minutos, lamentablemente no la alcanzaba, aunque ya lograba verle más claro, parecía una pequeña niña que lloraba, le gritaba:
Eh, ps, niña, ¿estás bien?, ¿te perdiste?, ¿te puedo ayudar?
Yo pensaba que si la ayudaba, quizás sus papás me llevarían a casa, plan perfecto, pero no me hacía caso. Me empece a molestar, por lo que empece a arrojarle piedras a los lados para que se volteara, ya no sabía que hacer, solo recuerdo decirle,
pues muérete aquí sola.
Cuando dije aquello se levantó, por lo que sarcásticamente dije: hasta que te dignas.
Pero en ese momento volteo a verme, quede pasmado al contemplarle, pues no tenía ojos solamente las cuencas que eran más oscuras de la noche, de las cuales brotaba un líquido negro, abrió su boca de la cual salió un grito acompañado del mismo fluido que aun recuerdo y me congelo.
No sé cómo chingaos volví en mí, pero logre ver como se dirigía para conmigo flotando, bueno repito, eso creo, yo intente correr, pero no podía, no tardo nada en alcanzarme, así que cuando coloco su mano helada en mi espalda caí al suelo y me golpeé con una roca quedando inconsciente.
Pasaron las horas y amaneció, de hecho me despertó un chivero que pasaba por aquel lugar, no le conté nada, solo lo de la borrachera, amablemente me llevo a su casa para de ahí transportarme a la mía, le pague el viaje y cuando llegue busque a mis amigos y conté lo sucedido, todos creían que eran historias de borrachos, yo también pensé eso, hasta que en la noche la espalda empezó a arderme, al verme al espejo note una mano pequeña que estaba marcada en mí, no sé que sea, realmente, solamente que cuando quiero tomar esa cosa me quema y se me quitan las ganas, lo extraño yo solo la veo, quizás ya me volví loco.
Relato por: Abraham Álvarez del Rio
